Sunday, April 17, 2005

Post Gesture


Una mesa, veinte personas inmersas sin percatarse en la pesada digestión de manjares y alcoholes que se mezclan a su vez con las polémicas discusiones de turno. Todos ellos blandiendo sus tenedores en defensa de su verdad personal sobre cualquier tema, disparando a discreción todo tipo de razones. Y allí me encuentro, parapetada tras mi sonrisa de sábado, protegiendo mi retaguardia a base de sarcasmo, levantando barricadas con el muy práctico cinismo que nunca me falló en estos casos y defendiendo la posición de no querer tomar partido ni por lo que me digas tú, ni por lo que me diga el otro. Escucharé y sonreiré a ambos bandos, mientras se que por mucho que lo esperen, no me verán desenvainar la espada ni por unos ni por otros.Y es que los años y las cenas ya luchadas en la vida, me dicen que mañana nos encontraremos todos en la posguerra de la resaca y el único bando que pienso haber defendido entonces, es el mío. Salir de este tipo de encarnizadas batallas sin acabar despertándote al lado de un estandarte que no era el que blandías durante el aperitivo … es un error de postura demasiado fácil de cometer. Saber callar mientras hablas, es un arte en la guerra.

Personalmente prefiero los duelos a las guerras de mesa larga. Son mucho más íntimos… si quieres batallar por una tendencia política o por lo que sea, encontrémonos al atardecer. Dos personas frente a frente, eligen las armas y esperan a ver cuál de los dos cae batido por el más afilado argumento. Sin público.

Durante la cena, mientras se arman las bombas de trago corto y los viejos generales amartillan sus puros ante la caída del postre… en ese momento en el que tras detener varias embestidas te encuentras a un palmo escaso de la mesa, la zona de combate … las piernas cruzadas, la espalda y el codo sobre el respaldo de la silla, la mano girando el vaso que alguien te llenó con el arsenal etílico de los próximos diez minutos … justo a esa hora en la que el ruido de disparos y cañonazos se atenúa gracias a la tregua de cocinas, que durará lo que tarden en servir el café … justo entonces, te permites mirar a todos los demás soldados de soslayo … Alguno ves malherido y furioso, lanzando aspavientos, rezagado en una disputa que aún colea, por no aceptar ni la tregua … A otros, les ves a medio vencer por haber hecho mala distribución del armamento líquido. Los ojos rojos …. Uno que bosteza y mira el reloj … amigo, creo que se acerca tu momento de batirte en retirada …

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